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Desde hace innumerables años, el trabajo ha sido una prioridad en la vida social. En realidad, la sociedad, no sería nada sin el trabajo de los que la formamos, pero hablar de esto estando dónde y cómo estamos, es perder el tiempo. El trabajo es, únicamente útil para sentirnos realizados y satisfechos con nosotros mimos, para procrear nuestra creatividad y crear, redundantemente hablando, a través de ella. ¿Por qué he dicho que es perder el tiempo hablar de trabajo remunerado estando dónde y cómo estamos? Seguro que algunos pensáis que, precisamente, ahora se debería de hablar de ello y además, con interés. Pero no. Ahora es tiempo de plantearse las cosas dentro de nosotros. Que es ahí donde está la crísis más importante.

Lo que se llama trabajo hoy en día es una alienación y anulación de nosotros mismos. Trabajamos no de lo que nos hace sentir plenos, sino de lo que encontramos y de lo que nos pueda dar algún billete para comer. Es decir, para poder disfrutar de lo que la Tierra nos proporciona, hemos de dejar una parte de nosotros atrás. ¿No es irónico? Más bien diría que es sarcástico.  No disfutamos de la vida, y quizás para eso sirve de verdad el dinero. Para evadirnos de lo real, de lo que no vemos y de lo que sentimos si nos paramos. Si no te paras, no sientes. Y si sientes, lo confundes con tus corrompidos pensamientos «He de…» «Tengo que…» «Debería de…». A la mierda.

Y sí. Digo a la mierda con la boca muy grande. La vida no es esto. La vida, señores currantes míos, es todo lo contrario. Ya lo sabéis, pero os da tanta rabia reconocerlo y tantísimo miedo, que no lo queréis admitir. Y es que, es cierto, frustra. Frustra tremendamente saber lo que es importante y no poder darle importancia porque la estructura social no te deja. Es impotencia en estado puro, pero ahora me corrijo si alguna vez he dicho lo contrario: No se vive mejor en la ignorancia. Se vive siendo más cobarde. Hay que saber lo que hay para poder darle sentido a las cosas, aunque duela más o aunque suframos más, lo cual sería muy relativo.

Hay que aprender a disfrutar de lo que AHORA  no podemos escapar. Lógicamente, AHORA es necesario el dinero. AHORA hemos de tragar. Pero podemos ver las cosas con otro prisma, de eso se trata, ¿no? de pasar a otro plano. De disfrutar haciendo incluso de lo que no te hace disfrutar. De admirarlo todo y de darle importancia a todo, porque si estás ahí es por algo y si haces lo que haces es por algo, pero cuidado: No te estanques, no pierdas nunca la esencia de tu espíritu, porque eso es lo que te hace como persona.

Así que sepamos ver más allá. Sepamos darle importancia a la importancia.